29 sept 2010

Inland Empire (2006)


Filmaffinity
IMDB


No entiendo la indignación que destilan algunas de las críticas vertidas por la red, en blogs, foros y webs varias. Críticas que acusan a Lynch de que si chapucero, que si engañabobos, que si se le ha ido la olla, que si patatín, que si patatán.

Me imagino que esos mismos críticos, encorsetados en un concepto de cine restringido a los modelos narrativos clásicos, también renegarán de libertades creativas como las que se toma Fellini en su 8 1/2, de la obra de un visionario como Kubrick, particularmente de 2001 y de Eyes Wide Shut (film que cada día me gusta más, y que comparte mucho con el que nos ocupa), de experimentos como El Año Pasado en Marienbad, de Resnais, de la primera y la última etapa de Buñuel, en las que el espíritu surrealista del autor impregna su obra sin ataduras, y de tantas y tantas obras en las que se cuestiona, se reta al espectador. Ya por no hablar de ejemplos contemporáneos, como Aronofsky con su Fuente de la Vida o las rupturas de la linealidad narrativa de directores como Iñarritu y Tarantino.

Pero en muchos casos no sólo aprecian los films mencionados, al menos en parte sino que son admiradores de la obra anterior de David Lynch. Y creo que el problema radica en que Lynch ha comentado cómo se rodó, como un conjunto de escenas sueltas, de retazos de guión que después se dispuso a encajar como un puzzle. Y claro, para algunos, no todos, desde luego, que creían que iban a poder presumir de interpretaciones sobre las intenciones del autor, el hecho de que cualquiera pudiera acusar a la obra de ser una mera improvisación y un galimatías, al estar planteada de forma tan poco convencional y despreciar sus brillantes conclusiones, ha sido demasiado. Así que mejor decidir que es un galimatías infumable y ponerla a parir, como si Lynch no fuera un maestro de la improvisación y el reciclaje: no olvidemos que Mulholland Drive es la reelaboración de un episodio piloto de una serie nunca terminada.


Inland Empire es una obra maestra, es la culminación de la liberación creativa de Lynch que se puede rastrear desde el principio de su obra. Es una montaña rusa de sentimientos y sensaciones de todo tipo, es un film que cuestiona al espectador, que lo hace dejarse llevar y elucubrar de qué va todo. Es la historia de una mujer con problemas, interpretada de manera magistral por Laura Dern. Es una película inquietante, con varios momentos catárticos, en la que hay lugar para las interpretaciones que cada uno le quiera dar. Y hay muchas cosas, indudablemente que están ahí porque sí, a las que no hay que buscar simbolismos, que solo están para transmitir un sentimiento, una sensación, una inquietud.

SPOILERS

Las múltiples tramas de Inland Empire son como muñecas rusas. Una va dentro de otra. Pero aquí se rompen los esquemas: a veces la matrioshka de fuera se convierte en la de dentro. Y la de dentro en la del medio. Y encima no te acuerdas de si esa trama ha pasado, está pasando o va a pasar; no sabes si las muñecas estaban encajadas de tal manera, lo van a estar, lo están ahora o nunca lo han estado. Una actriz interpreta a un personaje, o quizás una mujer sueña que es actriz y que interpreta a un personaje que es ella misma: la mujer que sueña. O quizás la víctima de una maldición sueña con la actriz, o con el personaje, o con la mujer que sueña. Y todas son la misma mujer. O quizás no.

Para mí, Inland Empire es un descenso al infierno, bueno, al purgatorio. Es una visión desde la muerte de una mujer que ha de enfrentarse a los fantasmas de su pasado para lograr la redención. Así su visión, sueño o pesadilla se compone de retazos dentro de retazos, en los que se confunde la identidad y el tiempo. Pero se puede interpretar de tantas maneras como espectadores hay. Y ahí está la magia de Lynch, la magia de Inland Empire, en que da al espectador la misma libertad creativa que tuvo el director. Una película cuya única pretensión es ser una experiencia única para cada persona que la vea, una película que se concibe y nace en el momento de verla.