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Adaptar Crematorio, de Rafael Chirbes no ha podido ser tarea fácil. Cada capítulo, siempre un larguísimo párrafo de decenas de páginas, refleja lo que pasa dentro de la mente de uno de los personajes de la novela durante una calurosa mañana de verano a raíz de la muerte de Matías Bertomeu , hermano del protagonista, y unos pocos hechos más, a traves de monólogos interiores (no precisamente puros: también hay narrador, hay diálogos recordados literalmente por los personajes) en los que se mezcla la descripción del presente, la narración de momentos del pasado, la reflexión casi filosófica, la crítica artístico-literaria, los sentimientos, el sexo... Un puzle desordenado, incluso con piezas repetidas, que, una vez leída la última línea, deja en tu mente la sensación de haber asistido a una historia política, social, cultural y sentimental de la España del siglo XX que cataliza en un mundo de ambición, especulación, corrupción y minusvalía afectiva en el XXI.
Los guionistas podían haber extraído los hechos, ordenarlos y convertirlos en la típica y tópica saga familiar que abarca medio siglo de toda la vida (y lo digo sin desprecio alguno), pero han optado por algo diferente: partir de los personajes de la novela y de los hechos mínimos que forman el argumento y echar esos personajes y esos hechos a andar, desarrollando una serie que es a la vez adaptación y continuación de la novela pero, y eso es lo importante, sin dejar en ningún momento de ser fiel en lo básico a los personajes, los conceptos y las ideas de la obra literaria. Un poco como Coppola con las continuaciones de El Padrino, creando tramas que no salen en la novela de Puzo pero podrían salir perfectamente.
El peso del pasado, los hitos de las vidas de los personajes, se convierten en cada capítulo de la serie en breves flashbacks que retratan a cada uno de los protagonistas y mantienen el esquema capítulo=personaje del libro. Los guionistas crean nuevos personajes y situaciones, del presente y del pasado, y hacen la trama más, paradójicamente, "novelesca", pero consiguen que todo encaje y que al final el libro y la serie sean dos obras excelentes que comparten espíritu, dos cuerpos muy distintos que comparten la misma alma.
Consiguen así ambas obras retratar nuestra sociedad sin hacer concesiones, la podredumbre de la corrupción política y económica, las crisis ideológicas y de valores, la burbuja que se hinchó e hinchó hasta explotar y salpicarnos a todos con trozos pegajosos que aún nos seguimos intentando arrancar de la piel.
Además la serie está fotografiada, montada y musicada como pocas veces se han visto, por no decir nunca, en este país. Incluso la secuencia de los créditos, a lo HBO, y la canción de Loquillo que la acompaña, anuncian que estamos por fin ante algo diferente, con una calidad mucho mayor de lo que acostumbran la televisiones Españolas. El formato también es HBO, 50 minutos en lugar de esos 70 que son el estándar de la ficción nacional desde Médico de Familia porque salen más rentables y que hacen que se resientan tanto las series de nuestro país de escenas y personajes de puro relleno... Pero sobre todo destaca la interpretación de Pepe Sancho como Rubén Bertomeu. Grande en cada gesto, en cada palabra, en cada silencio, en cada mirada. Un genio. Alicia Borrachero "clava" a la Silvia de la novela, mientras que la Mónica de Juana Acosta transita con verosimilitud entre la fuerza de la ambición y la debilidad de los sentimientos. El resto del reparto está en general muy bien, salvo contadas excepciones.
En fin, una serie muy recomendable, diferente, pesimista en cuanto al retrato de nuestra sociedad, esperanzadora en cuanto al futuro de nuestra producción televisiva. Ojalá se emitiera en un canal en abierto, tanto por lo que muestra de lo que estamos viviendo como por lo rematadamente bien hecha que está. Y aprovecho para recomendar el libro: gracias a que las dos obras son tan diferentes y tan parecidas a la vez, se pueden disfrutar leyendo primero y viendo después o viceversa...
SPOILERS
Quisiera solamente añadir una reflexión sobre el final: aunque Chirbes cita al final de la novela a Scorsese como una de sus influencias la serie termina siendo bastante Coppoliana, con venganzas de última hora y Silvia Bertomeu convertida en Michael Corleone...