19 oct 2010

María Antonieta (2006)


Filmaffinity
IMDB


Si en "Brick" Rian Johnson trasplantaba todos los elementos del cine negro más tópico y típico al cerrado mundo de un instituto norteamericano, aquí Sofia Coppola hace algo parecido: convierte la corte del Versalles prerrevolucionario en un microcosmos digno de una comedieta de instituto de los ochenta. Y lo rueda como si tal cosa, con músicas modernas, escenas videocliperas y tal, mostrando los bailes, amoríos, cambios de imagen, coqueteos con las drogas y la mitificación del primer polvo típicas del cine de adolescentes de toda la vida. Y ¿qué sucede? Que funciona. El magnífico diseño de vestuario y los espectaculares escenarios versallescos casan perfectamente con la obsesión de la realizadora por eliminar todo clasicismo encorsetado. Como si quisiera hacer exactamente lo contrario que Kubrick en "Barry Lyndon", una obra maestra consistente en convertir un film en una sucesión de cuadreos al óleo; la realizadora rasga lienzos dieciochescos para hacer salir a los personajes. Coppola consigue unir estilísticamente las comedietas ochenteras de John Hughes con escenas deudoras del sensualismo de Terrence Malick en "El Nuevo Mundo". Añadámosle una pizquita del Luhrmann iconoclasta y nos sale Maria Antonieta.


SPOILERS

Porque Sofía, una realizadora de talento, lo lleva en los genes, no pretende mostrarnos las tribulaciones históricas del convulso periodo, ni juzgar a los personajes históricos, ni contarnos una trama llena de dramatismos e intensidades. No es un film de grandes aspavientos, es de actuaciones discretas, rebajando el tono siempre, dejándose dominar por silencios y sensaciones íntimas a veces y por explosiones de colorido en otros momentos. La política queda a un lado, totalmente simplificada (como en "El Laberinto del Fauno", por poner un ejemplo de otro film reciente cuyo simplismo histórico no hace que pierda puntos) y nos quedan unos personajes que viven en un mundo alejado de la realidad, un mundo de lujo y fantasía, de tediosos protocolos y de juergas sin fin. Inevitablemente, la realidad se cuela por la puerta, pero lo único que vemos es que los infantiles protagonistas de la película han madurado. Nos ahorra cárceles y guillotinas y los deja simplemente a las puertas del mundo palaciego en el que vivían.Al final lo que consigue es humanizar a los personajes, no a través de un complejo retrato psicológico, sino todo lo contrario: al mostrárnoslos tan superficiales, tan preocupados por tonterías como los jóvenes de hoy en día, de cualquier época.

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